domingo, 22 de marzo de 2009

2 - Empieza la cacería, creo

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Empieza la cacería, creo

Realmente no entiendo como me dejé envolver por esta extraña cacería de una sombra, de un rumor, ¡bonita manera de pasar la tarde del viernes!... Definitivamente, inverosímil ¿quién en su sano juicio se haría llamar María Pantera? ¿quién en su sano juicio haría todo lo que dicen que hace? Pero eso implicaría que María Pantera existe y que está en su sano juicio, y mi certeza de que definitivamente la repuesta a una de estas preguntas es no fue lo que me convenció de dejarme envolver.

Estoy tan cansada que me cuesta seguir la conversación. Oigo, como a lo lejos la voz de Lina que pregunta:

-Recuérdenmelo nuevamente ¿por qué estamos buscando a María Pantera? Y, Remigio, si piensas contestar haciendo referencia a Raul Velasco, olvídalo. Te oigo mencionarlo una sola vez más y grito o te aviento encima una ensalada de Viernes entero ensaladas. Creo que las dos cosas al mismo tiempo. Y sabes bien que me atrevo...Wow...quién diría...Nosotros, precisamente nosotros tres buscando a María Pantera ¿por qué la estamos buscando?

Y desde la abstracción del humo de mi cigarro vuelvo a escuchar la historia, o más bien la serie leyendas, ideas geniales y especulaciones que nos guiaron hasta este lugar de café infame pero en que sigue habiendo cabida para los fumadores empedernidos. La búsqueda de María Pantera nos había conducido hasta Viernes entero ensaladas... Viernes entero ensaladas, viernes entero ensaladas ¿tanto trabajo les costaba poner una coma, una mugrosa coma para dejar de obsesionarme?

La llegada de la mesera con una nueva ronda de café-infame logra arrancarme del ensimsmamiento gramatical que ya en otras ocasiones me había mantenido absorta varias horas. Volteo hacia el centro de la mesa y veo el sobre que Patxi, o la mujer misteriosa, como decidí llamarla desde que se acercó a nuestra mesa, dejó para nosotros. Decido hablar y mi voz parece interrumpir una nueva discusión sobre la naturaleza y los complejos de Raul Velasco .

-¿Qué, no vamos a abrir el sobre?

1 - Aún hay más

I
Aún hay más

- ¿Alguien se ha fijado en el letrero de la entrada?
- ¿Se ponchan llantas gratis?
- ¡No! "Viernes entero ensaladas" ¿Viernes entero ensaladas?
- ¿Qué tiene de malo?
- Pues no sé, me suena extraño.
- ¿Por qué te suena raro?
- No sé, simplemente me suena raro.
- ¿Has pedido alguna vez una ensalada aquí?

No respondo, he pensado de nuevo en lo que nos trajo aquí y no me gusta. Debería estar en casa viendo la tele o con Julie. Debería de llamarle a Julie. Y tal vez debería pedir una ensalada, finalmente hoy es viernes. Aún no llega el café, es posible que por eso no hablemos aún.

- ¿Sabían que Raúl Velasco también nació en Celaya, como yo?
- No...de hecho no...
- Y ¿Sabían que era primo de Miguel Alemán?
- ¿En serio?
- Segundos, pero eran primos.
- Wow...quién diría...¿De qué murió?
- Hepatitis C
- Wow...quién diría...

Toman su café y fuman el enésimo cigarro de la tarde.

- ¿En verdad creen que vaya a llegar Patxi?
- Más le vale...que no pienso desperdiciar mis tardes de "viernes entero ensaladas".
- ...y tuvo que tomar seis años de terapia para aceptar que no sería un símbolo sexual, sino conductor...
- ¿Patxi?
- ¡No! Raúl Velasco.
- Wow...quién diría...
- Es triste, ¿no? Esa terrible y constante obsesión por ser sex symbol, ¿Qué se puede esperar viniendo de un pueblo tan pequeño?
- ¡Hey!, ¡Cuidado con...!
- Ya, ya, ya...Sabes a lo que me refiero. A todo esto, ¿En verdad creen que venga Patxi?
- Pues si eso dijo...
- Además, no tenemos mayor opción, ella es la única que tiene algo de información acerca de ella.
- ¿Y si no nos sirve?¿Si todo es un fraude?
- Nadie da información en vano de María Pantera.

De repente, una figura negra cruza la ventana del café, debe ser ella. Una mujer con sombrero de ala ancha, gafas oscuras y peineta española entra en "Viernes entero ensaladas", misteriosamente la canción de Vicente Fernández encaja en la escena. Ninguno de nosotros dice nada ante la figura de quien, suponemos, es Patxi. Su delgado brazo, enfundado en un guante, también negro, nos entrega un sobre. No dice nada y nosotros tampoco. Deja el sobre en la mesa y justo antes de irse se ajusta las gafas, se acerca a nosotros y nos dice:

- Aún hay más.