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Una llamada en la noche
El celular empezó a sonar en el momento en que el radio-despertador marcaba las 3:30 de la mañana. Después de un quépasó somnoliento, lo único que se oyó fueron interjecciones de aprobación esporádicas en los siguientes diez minutos. Aprobación que sólo dejaba saber que se estaba enterando, nada más. Terminó la llamada con un “Más te vale mantenerme informada” y se quedó en la oscuridad cinco minutos más.
Con las ideas un poco más claras, encendió la luz y se sentó frente al espejo. Verse a sí misma sin tanto maquillaje y peinado era siempre una experiencia compleja: el shock de enfrentar la realidad tal cual, junto con la satisfacción de que NADIE, NUNCA más que ella la vería. Encendió un Benson mentolado mientras las ideas generadas por la llamada giraban sin control en la cabeza.
Como hacía en estos casos, empezó a pensar en voz alta. El sonido de su propia voz siempre había tenido la capacidad de tranquilizarla y ayudarle a concentrarse. Las ideas iban saliendo una a una y su peculiar voz llenaba cada rincón de la habitación. La conversación que sostuvo consigo misma los siguientes minutos iba generando decisiones fundamentales.
–Un café en Viernes Entero Ensaladas, el salón de belleza de la puta de Julie, comida japonesa como para un regimiento, cerveza belga y después salieron de la ciudad.
– Una bibliotecaria, un músico y una profesora de filosofía que buscan a María Pantera. Suena más a ficción que María Pantera misma.
–Arrancaron a Patxi de su reclusión, la pusieron en movimiento. Patxi les dio una pista absurda que de algún modo les hizo hacer la conexión Patxi-Guillermo Guido-Julie/Indira/Miguel
–Julie trama algo, parece conocer a los tres desde hace tiempo, pero el Doblegé fue incapaz de averiguar qué más planea. Definitivamente esa puta planea algo…
–Están cerca, quizás más cerca de lo que se imaginan. La pregunta es si los dejo avanzar un poco más para entender de dónde salieron, qué planean y cuánto pueden descubrir o si los paro en seco.
–¿Cuánto tardarán en hacer la conexión de Raúl y los Emilios con todo esto?
–No puedo depender sólo del Doblegé, sigue demostrando que la sutileza no es su fuerte. Me enteré de todo gracias a que lo mandé a vigilar las últimas horas de Patxi en este continente –y si todo sale bien, en este mundo–.
–A pesar de todo debo continuar, no puedo permitirme más fallas. Llegaré hasta el final cueste lo que cueste.
–Y a ellos los dejaré seguir, siempre he creído que la gente tiene el derecho a saber por qué la quitan de en medio.
María se dio cuenta de que este pequeño imprevisto haría su misión mucho más apasionante y la certeza espantó el poco sueño que le quedaba. Marcó el número del hotel al que llegaría Francisco Gattorno en unas horas y le dejó el tercer mensaje de que se comunicara con ella en cuanto llegara a Madrid. Le urgía saber si la siguiente parte del plan había sido exitosa y sabía que todavía tendría que esperar varias horas. Tendría que comunicarle también el cambio de planes.
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