Finalmente se reunieron los siete en casa de Maruja. El sutil, pero significativo, intercambio de miradas entre Sonia y Lina. La pícara sonrisa de Remigio. La presentación de Violeta al resto del grupo. lo primero que hicieron fue reunir y compartir toda la información, dispersa de que disponían, mientras Lina escribía frenéticamente, con un montón de flechitas, circulitos y asteriscos. Bosé dejó de sonar, dando paso a Eugenia León, cuando Emiliano empezó a contar, con su voz profunda y pausada, cómo su madre les inculcó un respeto reverencial por la música y cómo la familia se había embarcado en su cruzada contra todo lo que representaban Televisa y María Pantera. -Son un movimiento de resistencia de la música tradicional y comunitaria contra la mercantilización salvaje -dijo Sonia -Es la mejor descripción de nuestra lucha que he oído-contesto Emiliano, sonriéndole encantadoramente. Sí -terció Lina, rompiendo a propósito el momento- es la batalla por la Música, por un lado, la banalización y vaciamiento y, por el otro, sus raíces populares. El Bien contra El Mal
-Ay, Lina, no te pongas metafísica -suplicó Remigio desde su rincón junto a Esteban
-Chesterton estaría orgulloso de nosotros
-Adivinen lo que descubrimos en los comentarios, por demás elogiosos, del video de Guillermo Guido ¡Iba a salir en una película de Oliver Stone! por eso subió tanto de peso -interrumpió Dinisio con voz trinfal
-Eso no es una pista, Dionisio -dijo Lina bruscamente- si es cierto, sólo demuestra los seis grados de separación de mi bizcochito Kevin Bacon
-Bueno, pero valía la pena comentarlo. Es irresistible. Ya, en serio, si Francisco Gattorno vino de Madrid y en un vuelo procedente de allá se murió Patxi, no creen que deberíamos algún aliado por los Madriles, ¿Qué tal Úrsulo?
-Ay no, a mi marido no me lo metan en ésto- protestó violentamente Lina, luego, al ver la rudeza con que estaba tratando a Dionisio, agregó-pero es buena idea. Y ya tengo a la persona ideal: Mateo Satrústegui
-¿El de Lara y su pandilla?-preguntó Esteban
-¿Oían ese programa?- Lina estaba realmente sorprendida
-Mi mamá, ¿por qué?- Violeta fue quien contestó, un poco a la defensiva
-No, nada. nomás que ni yo, que era la telefonista, lo oía. Entraban cuatro llamadas por programa: dos para redacción, un número equivocado y la mamá de Mateo
-¿Y en serio se llamaba Agustín Lara y su pandilla?-preguntó Dionisio
-Sí, éramos Benito, Cucho y Demóstenes. No, era Lara y sus amigos, pero la idea era esa
-Gente, enfóquese -Emiliano no estaba acostumbrado a las acrobáticas digresiones de los amigos- Creo que si el tal Mateo quiere y puede, necesitamos toda la ayuda que podamos. Pero ahora, nosotros, lo que debemos hacer es concentrarnos en la participación de Lina en el OTI. Tenemos que componerle una buena canción a Alba Feu
-Sí- asintió Lina- una muuuy buena canción es lo único que nos va a dar posibilidades porque lo que es voz, nomás no ¿de veras tengo que cantar yo? Si soy bibliotecaria, por amor de Dios
-¿Y desperdiciar ese look ganador?-preguntó Remigio
-Tienes que ser tú. Eres la más histriónica del grupo -dijo Sonia, categórica, como acostumbraba
Remigio y Lina iban a protestar. Emiliano llamó al orden, otra vez.
-Entonces necesitamos una buena canción ¿qué te gustaría, Lina?
-Pos algo bohemión, boleroso, cachondón y tropicoso. Ininteligible, por supuesto
Todos la miraban con cara de perplejidad
-Ay ya. algo entre Aguamarina de David Haro y Amor no fumes en la cama de Adolfo Salas-estiró el brazo echar otra fumada
-Ese cigarro está mojado -dijo Violeta
-Ay, hija, si puedo fumar bajo la lluvia estas gotitas no son nada
-Ahí está tu canción: Fumando bajo la lluvia -Emiliano le prendía a Sonia el sexto cigarro en un esto tan seductor
-No me gusta: suena entre Bailando bajo la lluvia y Fumando espero- Dionisio regresaba de las habitaciones, donde había ido por más cigarros- a propósito, tenemos que irnos de aquí, alguien ha estado esculcando nuestras cosas
-¡La foto!- se sobresaltó Violeta, pues aunque todavía no sabían qué significaba, tenían clara su importancia- ¿dónde está?¿dónde la pusieron?
-Tranquilos todos- dijo Lina, trayendo consigo una foto y un libro-la puse en el lugar más seguro del mundo: Las aporías fundamentales del periodo novohispano, de Virginia Aspe Armella. Sólo de ver el título al Doblegé o a su esbirro le ha de haber dado urticaria. Pero se llevó mi estampita de San Martín de Porres, el sacrílego.
-Ya, suficiente. Es hora de ir a ver a nuestra madre. Ella es la única que puede ayudarnos.
A Sonia la idea de conocer a la madre de Emiliano tan pronto, y bajo esas circunstancias, no le hacía ni tantita gracia. A Remigio parecía tenerlo sin cuidado y a Lina y a Dionisio las madres de sus amigos siempre los adoraban.
-¿Dónde vive?-preguntó Dionisio -¿Donde el café?
-No –contestó Violeta- ahí vivimos nosotros tres. Mi madre ha vivido, sin salir de su casa, entre Tlacotalpan y Alvarado los últimos 10 años
Dionisio se estremeció imperceptiblemente. ¡Es reclusa!
-Yo manejo –dijo Lina.
Sonia sólo le extendió las llaves del jetta. Ella y Remigio estaban tan emocionados de apretujarse con sus respectivas E´s que su proverbial cafrería, motivo tradicional de cuchufleta entre sus amigos pasó de largo. Como Violeta se había apresurado a sentarse en el lugar del copiloto, a Dionisio no le quedó más remedio que sentarse entre las parejitas.
-Tú me dices por dónde –dijo Lina- oigan, si el señor de las nieves está en la plaza, ¿nos podemos detener? Podemos llevarle nieve de maracuyá a su señora madre, eso de llegar con las manos vacías es una majadería
Además de la nieve de maracuyá cada uno se compró la suya
-Cuidadito y me manchan el coche de la So-Lina agradecía que el coche fuera automático o no podría maniobrar nieve de grosella, volante y palanca de velocidades
-Talvez si no fueras tan rápido y dieras las vueltas menos cerradas-le advirtió Sonia desde el asiento de atrás
-Ay ya, si yo ni manejo rápido
-No, nomás vuelas bajo-sentenció Remigio
-Bueno, ya, déjenla en paz. Hay algo que me muero por saber desde que nos dijeron su apellido –intervino Dionisio, sabiendo que la discusión no llegaría a ningún lado- ¿son parientes de LA Violeta Parra?
Los hermanos sonrieron
-¡Qué más quisiéramos! –Emiliano parecía divertido
-Pero somos parientes de Los Jaivas –Esteban no quería decepcionar a Remigio ni al resto del personal
-¡Orale! Esos son buenos –Lina estaba emocionada- no quiero ser grosera, pero ¿siguen vivos?
-No todos los integrantes originales, pero la propuesta sigue viva
-¿Y qué tipo de música tocan?-preguntó Sonia
-Son más bien experimentales, desde fusión latinoamericana, rock progresivo, rock fusión, folklore latinoamericano y jazz fusión. Incluso musicalizaron piezas de Neruda –Violeta contestó
-¿Y tú de qué los conoces Lina?- Remigio no podía creer que Lina conociera algo posterior a 1736
-¿Qué? Me gustan los cóvers y ellos hicieron unos muy buenos, incluso de Violeta Parra. Lo que nunca entendí es por qué tenían nombre de molusco
Los hermanos no pudieron ahogar una carcajada que hizo a Lina sonrojar
-Perdón, Lina, pero es que el nombre no va por ahí –Emiliano seguía riendo, pero no quería ofenderla- es la castellanización del nombre original, The High & Bass, con que sacaron su primer disco en 1963. Eran tres hermanos también ellos, los originales, Eduardo, Claudio y Gabriel Parra.
Cuando llegaron a la casa de la señora Parra, las opiniones estaban divididas entre los que creían que Lina era una conductora infame (los de Puebla) y los que creían que les gastaba una broma pesada (los veracruzanos), mientras Lina seguía asegurando que era buena conductora
-Has mejorado desde tus inicios, pero de ahí a que seas buena…-Sonia trató de ser diplomática, pero todavía no se le quitaba el susto
-Sí soy buena, nomás no estás acostumbrada a viajar de pasajero
Una vez adentro de la casa, Emiliano se adelantó para poner a su madre en antecedentes.
Esteban y Violeta fueron a meter la nieve al refrigerador y a traer algo de beber
-Y ceniceros, por favor –pidió Dionisio- ¿si se puede fumar? –agregó al ver las miradas de Lina y Sonia. Remigio se había puesto a curiosear por la sala
-No te preocupes- dijo Violeta- mi mamá casi nunca viene a esta parte de la casa. Sólo abran la ventana. Ah y no se fijen en el desorden
De hecho no había tal. Sólo polvo y una oscuridad que no se decidía a marcharse a pesar de la araña prendida. Talvez eran los focos viejos.
Los amigos dieron varias vueltas. Los muebles antiguos y pesados, las banderas de Chile, México y Cuba. Las fotos de Allende y de Zapata. Los instrumentos musicales. Guitarras, flautas, tambores, violines y un piano
-Wow, tienen instrumentos para una orquesta-dijo Lina con admiración, mientras se concentraba en los lomos de los libros sobre una repisa-Buenos libros.
-Gracias-Violeta empezaba a conocerlos y entendía lo que esas dos palabras significaban en la boca de Lina
Esteban afinaba una guitarra mientras Remigio le acariciaba la nuca. Dionisio fumaba compulsivamente con medio cuerpo fuera de la ventana
-¿Qué hora será?-preguntó distraídamente
-Válgame Dios-contestó Sonia, que simplemente se había sentado en el comedor- son las 3 de la tarde
-Pero ¿de qué día? –Lina se puso a fumar junto a Dionisio- ¿qué día llegaste?-le preguntó
-El domingo
-Entonces hoy es lunes-Lina no quería ser obvia, pero tantas cosas habían pasado, sus ciclos alimenticios y de sueño hechos trizas
Sonia se acercó, con ojeras, visiblemente igual de trastornada. Era la primera vez desde que todo empezó que sentían el cansancio.
Hasta Remigio se mostraba cansado, acostado en un sofá a espaldas de Esteban que seguía tocando la guitarra.
Violeta fue a preparar café. Emiliano salió y les dijo que en unos minutos vendría su madre.
Acompañó a su hermana en la cocina.
-Veamos qué podemos hacer para comer, somos pésimos anfitriones
-¿Cocinas?-Sonia se animó un poco y fue a ayudar
-Me encanta-le sonrió
Lina llamó a Violeta y empezaron a poner la mesa para ocho. Remigio y Esteban seguían acurrucados en la sala. Dionisio ayudó con la mesa.
La mujer que salió de la habitación del fondo era impresionante. Alta, flaca, con una larga y rizada cabellera oscura cruzada de canas. Vestida con ropa de calidad, pero vieja.
Esteban se incorporó e hizo las presentaciones. Afortunadamente para Sonia, cuando la conoció estaba tan ocupada dándole el punto al capellini que hasta su nerviolera desapareció.
Ya sentados en la mesa, con la señora Indira Parra presidiendo, Emiliano sacó la foto para dársela a su madre, quien lo detuvo
-Hace tanto que no tengo visitas, y menos tan jóvenes y educadas –los poblanos se sonrojaron y murmuraron respuestas de agradecimiento-que quiero disfrutar esta comida. Mis felicitaciones a los cocineros –Sonia casi se atraganta en su afán de corresponder- y entiendo que también trajeron postre.
La nieve se sirvió en elegantes copas de cristal, en la sala, según indicó la señora Parra. Entonces le pidió la foto a Emiliano. La examinó largo rato, sonriendo y murmurando para sí.
Para cuando habló todos estaban casi tan nerviosos como Sonia, pero agradecían tanto la pausa civilizada y cortés en los últimos días de locura que casi ni querían volver al tema de los VEE.
-Sí, esa señora de atrás es María Pantera.
Entonces todos empezaron a hablar al mismo tiempo, acribillándola con preguntas, interrumpiéndose entre sí. Hasta los Parrita.
Ella sólo rió. Una risa profunda y sincera, un poco oxidada por falta de uso.
Remigio habló entonces, explicándole las cartas a Sarita Mahagún y a Patxi y a su abuela, y el fin de las dos primeras.
-¿Eres nieto de Elisa Vaquerizo?
-Si señora, ¿la conoce?
-Hace años ya. Décadas.
-Ya entiendo su preocupación. Pantera es temible, pero han venido al sitio adecuado.
El silencio solemne que recibió sus palabras la halagó.
Éramos muy jóvenes entonces, yo la más joven de las tres. Bueno, cuatro. María Pantera, Elisa, Patxi, Hortensia Ruiz y yo.
-¿Hortensia Ruiz?¿la primera esposa de Raul Velasco?-Remigio estaba muy interesado
-Sí, de hecho Elisa fue quien los presentó. Cuando se separaron, nosotras nos solidarizamos con Hortensia, excepto Pantera, quien le presentó a Dorle.
La señora Parra era una fuente inagotable de información y estaba encantada con la atención que a ratos parecía olvidar que la amenaza estaba ahí mismo, en Tlacotalpan, sobre sus hijos, incluso.
Pero no recordaba el nombre real de María Pantera, ni sabía cómo se había hecho tan poderosa en Televisa. Sólo les dijo que había entrado muy joven, de la mano de un anciano Agustín Lara, quien la protegía. Él casi la adoptó y ella lo cuidó al final de su vida. No fue hasta que él murió que ella se quitó la máscara de buena chica y empezó a cosechar sus relaciones e influencias.
-Lo que sí sé es que basó su carrera en chantajes y amenazas-concluyó la señora Parra