domingo, 5 de julio de 2009

13 - Cosas que pasan

13

Cosas que pasan

Sonia y Remigio observaban callados las aguas del Papaloapan al atardecer. No podían creer que tanta calma naciera de algo que podía llegar a ser tan violento. A pesar de que fuera del incidente en la Estética Unixcess de Julie nada violento había ocurrido en realidad, sin embargo, ambos podían sentir un aire de intranquilidad en el ambiente. Tlacotalpan podía brindarles toda la calma que ellos no tenían al momento, pero los dos amigos se preguntaban cuánto tiempo podría el pueblo veracruzano calmarlos.

- En verdad me gustraría oír tu opinión de todo esto- dijo Remigio, rompiendo el silencio.
- Por mucho que quiera a Tlacotalpan, siento que hay algo detrás de todo esto. No creo que esta paz nos vaya a durar mucho, y es mejor que nos preparemos...¿Café?
- Café.

La pareja reconocía absolutamente su dependencia al café. Esta adicción había generado no sólo grandes pérdidas económicas, sino también grandes conclusiones filosófico-existenciales. Por lo que cuando cualquiera de los dos invocaba el nombre de la bebida, aquello no significaba sólo el consumo de la infusión obtenida a partir de granos molidos, sino una completa operación intelectual que iniciaba con elegir el lugar adecuado, comprobar que el sitio tuviese los instrumentos necesarios para la realización de un buen café, revisar que los granos tuvieran el olor y color adecuados, pedir la bebida según el mood de cada uno, beberla al debido tiempo realizando las conjeturas previas y, finalmente, dejar que la cafeína actuara y sacara tanto la verborrea mental de uno, como la velocidad locutiva propia de la herencia jarocha de la otra. Lo mismo ocurría con Lina y Dionisio, que seguían exactamente el mismo proceso pero, al contrario de la dupla cafeinómana, requerían cantidades extremas de azúcar.

- Seguro Lina y Dionisio están comiendo helado en este momento.- dijo Sonia mientras caminaban por el malecón rumbo al zócalo. - ¿Crees que vaya a querer la Quijada de Burro que vimos?
- Yo creo que sí. Te apuesto que cada uno comerá más de siete- concluyó Remigio.

Los dos amigos rieron, tanto conocimiento mutuo era como ser vidente. Pasaron primero frente a un café que daba al zócalo llamado Adiós Nicanor.

- ¿Qué opinas?- preguntó Sonia, mientras un mesero jarocho salía con una charola en mano.
- Hola Nicanooor...nos quedamos, y sirve que le pregunto al chacal su teléfono.
- ¡Remigio! ¡No vamos a elegir un lugar sólo por chacalismo! Joven, ¿Tienen latte triple con leche espumada-deslactosada?

La cara del mesero les hizo caminar a su siguiente opción: Callecita, ubicado en la calle junto a la catedral. Un pequeño mostrador rústico sostenía a un hombre moreno en sus treinta, a su espalda, un espejo antiguo llenaba casi toda la pared. Remigio notó inmediatamente cómo la mirada de Sonia se fijaba en un punto específico del espejo. Cualquiera que no la conociera, pensaría que admiraba el fino trabajo realizado en la década de los veinte, sin embargo Remigio sabía perfectamente que observaba la nuca del dependiente.

- Hola, buenas noches, ¿Tiene... - entró Sonia, preguntando.
- Déjeme adivinar señorita- dijo con una voz que de tan grave era casi afónica y una amplia sonrisa el hombre que detrás de la barra portaba un pequeño gaffette que leía Emiliano, Sonia pensó que no había escuchado nombre más lindo en toda su vida - ¿Está usted buscando un...mmm...más difícil de lo que pensé...latte doble! Le gustan las cosas cargadas, intensas, pero mesuradas...y sin azúcar, si no me equivoco.
- ¿Cómo...
- En efecto, eso es lo que buscamos yo...
- ¿Espresso cortado?- Preguntó la voz de un veinteañero que entraba al café, igual de bronceado pero de cabello largo, sostenía una sonrisa casi idéntica a la del dependiente- Y si no me equivoco...descafeinado, que ya pasan de las seis.
- ¡Esteban! ¿Dónde chingaos estabas?

Los amigos se sentaron en la mesa más próxima a la barra. Con su clásico cruzado de pierna, Sonia colocó su gigantesco bolso en sus piernas, buscando como desesperada en su interior. Remigio por su parte veía a los meseros mientras pensaba posibles escenarios que incluyeran a los morenos.

- Perdonen a mi hermano- continuó Emiliano - en un segundo les toma la orden.

La idea de la relación fraternal modificó la fantasía de Remigio, sumergiéndolo más en su propio éter. Con cara de triunfo, Sonia extrajo una cajetilla de cigarros de su Marc Jacobs. Al voltearla y comenzar a golpearla contra su muñeca, sus pulseras sonaban como cascabeles: ya podía saborear la nicotina deslizándose junto con el café por su garganta. La simple idea le hacía producir más ideas. Extrajo un cigarrillo y lo colocó en sus labios con el placer del naúfrago que ha encontrado agua para beber.

- Disculpe señorita...- Emiliano irrumpió.
- So...Rita Estela...el nombre es Rita Estela...
- Disculpa Rita...
- En una sola palabra...RitaEstela...¿Sí?
- Disculpa RitaEstela, somos un café verde y...no se puede fumar aquí.
- ¡Ah! No hay problema, nos vamos a las mesas de afuera...
- No...es que...no se puede fumar en ninguna de nuestras instalaciones...
- ¿¡Qué!? ¡Pero eso es estúpido! ¡Tengo derechos como consumidora dependiente de la nicotina!
- Lo siento, en verdad lo siento, pero queremos fomentar hábitos saludables en nuestros clientes...y definitivamente, el tabaquismo no es uno.
- ¡Esto es ilógico e innecesario!
- So...RitaEstela, calma, creo que podemos tener una plática sin necesidad de fumar...- dijo nerviosamente Remigio mientras examinaba lo que podría haber bajo el delantal de Esteban, quien a la vez, parecía buscar algo en la computadora del establecimiento.
- ¡Me rehuso a creer que sea cierto!- continuó la indignada Sonia
- Pero RitaEstela...- decía Remigio al mismo tiempo que en el sistema de sonido del café podía escucharse la versión que en 2002 Thalía realizó del éxito español ¿A quién le importa? Un escalofrío recorrió a Remigio cuando vio a Esteban tararear con ánimo el cover.
- Es una lástima en verdad, que en tan bonito lugar prohiban tan categóricamente algo así.- se levantó de su lugar Sonia.
- Y es una tristeza su configuración musical.- Remigio la siguió

Emiliano y Esteban observaban incrédulos la escena. Los dos amigos se levantaron y dejaron el establecimiento. Antes de salir, Remigio se volteó y dijo tajantemente a los hermanos.

- Y por cierto, yo revisaría sus bajos...- Al ver la reacción de ambos, particularmente el sonrojamiento de Esteban, agregó - de las bocinas, me refiero.

Calle abajo, los amigos musitaban cosas en contra de los propietarios de Callecita. Las quejas habían soltado la verborrea de ambos, sin embargo, algo los detuvo en seco. Era otro café, uno con un nombre que no se podía evitar aunque no hubiese buen café, no se pudiera fumar y pusieran los éxitos musicales del mundo gay mexicano: Volverás Eterna Elegía.

***

Lina y Dionisio admiraron la memorabilia de Agustín Lara. Había en el aire un extraño sentimiento de familiaridad por alguien a quien no habían conocido. Por ejemplo, cuando Lina vio la letra de Arráncame la vida, no pudo evitar pensar en Puebla y lo lejos que estaban de volver en un tiempo a ella. Cuando Dionisio vio una imagen en la que decía: "El maestro Lara terminando su interpretación de Humo en los ojos", recordó a Lluvia, su novia, a quien siempre le decía que parecía tener humo en los ojos, ella, con toda su adolescencia no podía entender esta imagen. Un vídeo en un rupestre tecnicolor mostraba a un anciano Lara al piano junto con una joven y regordeta Libertad Lamarque cantando un bolero.

- ¿De qué año es esto?- preguntó Dionisio.
- 1960- contestó Lina.
- ¿Cómo sabes? ¿Lo viste en la televisión?
- ¡No bruto! Lo dice la ficha técnica.
- Bien...siguiendo con nuestra teoría...si La Pantera tenía 25 años en 1970, en este año tendría 15 y...definitivamente, Libertad Lamarque estaba ya en sus 20 en este vídeo.
- Sí...no puede ser...

Ambos continuaron su camino por entre vídeos, discos de acetato, trajes, documentos y, especialmente, fotografías. Hubo una en particular que llamó la atención de ambos: Un anciano y decrépito Lara abrazaba a un joven de gafas de pasta, la ficha técnica de la imagen decía "Agustín Lara y Raúl Velasco en la fiesta de la primera emisión de Siempre en Domingo, 14 de diciembre de 1969". Dionisio miró a Lina con sorpresa. La ahora rubia, más que sorprendida, lucía concentrada.

- Sé lo que estás pensando y más que los personajes, ¿Ya viste atrás de Raúl?
- ¡Lentejuelas!
- ¡Exacto! ¿Estás pensando lo mismo que yo?
- ¿Que el uso de lentejuelas debería estar prohibido antes y después de los ochenta?
- Además...¿Qué clase de enferma usaría lentejuelas en temporada prohibida?
- Puedo enumerar unas cuantas...Por ejemplo, en su disco de 1970...
- ¡María Pantera! ¡María Pantera, Dionisio!
- ¡Ah! Claro...

Dionisio estaba a punto de llegar a alguna conjetura importante cuando un sonido monofónico hizo que Lina tapara la boca de su amigo.

- ¿Sabes qué es eso?- murmuró Lina.
- Por supuesto que sé...- respondió Dionisio en otro murmuro- El éxito de 1997 de Los Ángeles Azules, el grupo musical de cumbia originario de Iztapalapa, en la Ciudad de...
- ¡Eso ya lo sé Dionisio! Es también el tono del celular del...

Lina tuvo que jalar repentinamente a Dionisio de la mano. Ambos se escondieron tras unos maniquíes que portaban trajes usados en distintas presentaciones por El Flaco de Oro. Un hombre gordo y alto, con un pésimo tinte rubio y un vestido de lentejuelas, rondaba la sala del museo. Se paró frente a la imagen de Agustín Lara y contestó su teléfono celular.

- Sí Ita...Soraya...la imagen sigue aquí...¿Dónde? ¿Atrás?- la voz, aunque grave, tenía una clara intención femenina.
- Tenemos que actuar rápido...- le murmuró Lina a Dionisio.
- ¿Qué hace Paquita, la del Barrio en Tlacotalpan?
- ¡No es Paquita!
- ¡Por Dios, Lina! ¿Me vas a decir que esa no es Paquita?
- No. Es el Doblegé.
- ¿El qué? Lina ¡Es Paquita!

A punto de corregirlo, Lina se percató que el Doblegé jamás había visto a Dionisio. Pocas veces había encontrado Lina tanto sentido de oportunidad en una situación repentina. Una de ellas fue cuando su jefe confundió el Manualito piadoso con el cual el cristiano podrá con facilidad hacer su confesión general o particular, entablar una vida arreglada, llevar al cabo sus nuevos propósitos y ganar muchas indulgencias, original de 1865 con las Tablas botánicas, de 1825. En aquella ocasión, las Tablas botánicas ya había sido catalogado y dispuesto para un investigador que aun no había llegado, por lo que el jefe en cuestión no pudo percatarse de que, en realidad, Lina estaba realizando uno de sus trabajos más secretos e íntimos. La otra ocasión fue cuando, tras múltiples abusos por parte de su hermano, los padres de Lina lo descubrieron un día montando una empresa ilegal de venta de automóviles clásicos. Como en aquellas veces, Lina no dudó un segundo en entrar en acción.

- Perdona Di, me confundí...sí es Paquita, ¿No consideras que un melómano como tú debería tener un autógrafo de Paquita en su colección kitsch? ¿Imaginas en cuánto lo podrías vender en un futuro?
- ¡Es cierto! ¿Pero cómo...
- Tú naturalito...nomás acércate y dile cuánto la admiras...es más, ¿Por qué no verificas si todas las curiosidades enciclopédicas que has leído sobre ella son del todo ciertas?- dijo apresuradamente Lina, quien veía cómo el Doblegé caracterizado de Paquita comenzaba a acercar su regordeta mano a la fotografía.
- ¡Es cierto! ¿Sabes? Alguna vez escuché que estuvo a punto de hacer un dueto con Michael Stipe...¿Crees que...
- ¡Pregúntale!- exclamó Lina, empujando a Dionisio hacia donde el gordo travesti revisaba la fotografía.

Dionisio quedó expuesto en el medio de la sala del museo. Las luces dirigidas se reflejaban sobre sus anteojos y temblaba. Tartamudeando, se acercó a la diva del pueblo.

- Eh...eh...disculpe...- Paquita Doblegé seguía al teléfono.
- ¡Ya oí que atrás! ¡Pero no encuentro nada! ¡Soraya! ¿Estás segura que...
- ¿Es cierto que iba a hacer un dueto con Michael Stipe?

El Doblegé se volteó y alzó una de sus cejas, ahora depiladas.

Mientras Dionisio buscaba extraer datos que afirmaran sus dudas, Lina caminó fuera de la sala. Familias de turistas se regodeaban viendo la colección privada del jarocho. Lina entonces sacó su celular y, fingiendo acento cubano -lo cual, incluía hablar en voz extremadamente alta- comenzó a decir por el aparato:

- Te lo juro papi, Paquita mihma ehtá aquí en el Museo, ya le pedí su autógrafo y muy amablemente accedió a dármelo, yo que tú me apuraba a venir que ya van a cerrar el museo...

Sala a sala, Lina esparció su mensaje, que pareció llegar a los oídos de todos los asistentes.

- ¡Niño! ¿Quién te crees?
- ¿Segura que no conoce a Michael Stipe? Porque verá, en los noventa él pudo hacer finalmente un dueto con su ídolo Patti Smith, así que asumí que usted también colaboraría con él. Verá, hace unos meses leí en RockDeluxe que...
- ¡Que no tengo puta idea de quién es ese cabrón! ¡Ahora me dejas sola pendejito o...!- Paquita Doblegé tomó a Dionisio por el cuello de su camisa, a punto de golpearlo, cuando descubrió que una multitud le observaba desde la puerta de la sala. - Y ese es el título de mi nueva canción.

Dionisio dudó por un momento, pero entonces, arremetió.

- ¿Tan largo? Eso sería un hito en la historia de la música en español. No sé si conozca a Fiona Apple, pero el título de uno de sus discos es un poema completo, ¿Sería algo como...?

La multitud aplaudió al enterarse que ¡Que no tengo puta idea de quién es ese cabrón! ¡Ahora me dejas sola pendejito! sería el nuevo éxito de Paquita, la del Barrio. Las familias de turistas rodearon a la artista, alejando a Dionisio de la intérprete. Lina lo tomó por el brazo.

- Necesitamos sacar esa fotografía y llevarla a casa de Maruja.
- Sí, sí...

De uno de los manuquíes, Lina tomó unas gafas oscuras y una boina.

- Lo siento, flaco. Dionisio, si ves algo sospechoso, me dices.
- Sí, sí.

Aprovechando a la multitud demandante, Lina se coló gritando entre la gente. De alguna extraña manera, la prensa televisiva había llegado a cubrir el evento.

- Estamos aquí con la legendaria Paquita, la del Barrio, quien acaba de revelarnos el título de su nueva canción. Apasionada, como siempre, Paquita ha decidido causar controversia con el uso explícito de lenguaje altísonante. El seguro éxito se titulará ¡Que no tengo idea de quién es ese! ¡Ahora me dejas sola! , en su versión censurada. Paquita, cuéntanos, ¿En qué te inspiraste para hacer esta canción? ¿Quién producirá tu nuevo álbum?

El Doblegé sonreía nerviosamente frente a la cámara. Lina consiguió entrar tras una mujer que llevaba una playera con la leyenda Mi familia fue a Tlacotalpan y sólo me trajo esta pinche playera. Con la cautela propia de una bibliotecaria de fondo antiguo, tomó la imagen, la metió bajo su blusa de manta y, sin mucha prisa, dejó poco a poco la escena.

- Di, vámonos.
- ¡Espera! ¡No me ha firmado mi autógrafo y me reveló sólo a mí el título de la canción! ¡Esos estúpidos reporteros no saben lo que hacen!
- ¡Dionisio!
- Pero...
- ¡Nada! ¡Vámonos!

Lina tomó de la mano a Dionisio y corrió con su amigo mientras la noche caía en las coloridas calles de Tlacotalpan.

***

- ¿RitaEstela?- preguntó Remigio mientras entraban al café en donde Billie Holiday amenizaba a través del sistema de sonido.
- Sí, y tú te llamas Artemio.- contestó Sonia, decidida.
- ¿No podías elegir algo mejor?
- Lo siento, pero no podemos estar revelando nuestras verdaderas identidades. ¿Quién te dice que Emiliano y Esteban no son parte de V.E.E.?
- ¿Pero RitaEstela y Artemio?
- ¿Qué quieres? Necesitábamos nombres completamente distintos y que no tuvieran absolutamente nada que ver con nuestros nombres reales, ni una simple relación gramatical o semántica. Nada.

Lo primero que Sonia hizo fue sacar su cajetilla para ver si se quedarían o no. Una mujer se acercó con un encendedor y ofreció prender el cigarro de la ahora RitaEstela.

- En un momento les tomamos su orden.

Los dos amigos revisaron la carta y descubrieron que todos sus sueños cafetaleros estaban ahí.

- ¿Qué opinas del nombre?- preguntó Sonia.
- Ya te lo dije...se me hacen bobos...
- ¡No tonto! El del lugar...
- Ah...Sí, la gramática es extraña, sin embargo no sé si un Violento Escenarista Esfumado conocería realmente la palabra Elegía. Y la verdad, tiene el romanticismo suficiente como para sonar a título de canción de Agustín Lara, así que podría ser que nos encontramos en terreno de las Verdaderas Estrellas Eternas.

La mesera volvió con manteles y un cenicero.

- Mi nombre es Violeta y los atenderé esta noche. Tenemos dos opciones para ordenar, la primera, la conocemos como Voluntad en elección y la otra como Visión exquisita de elixir. A través de la Voluntad en elección ustedes ven la carta y, mediante su propia voluntad, eligen una bebida.
- ¿Y la Visión exquisita de elixir?- preguntó Remigio, intrigado por el juego de palabras.
- Ustedes dejan que el barista, tras sentirlos a ustedes, elija la bebida que él considera la ideal para quien pregunta.
- ¿Podrías darnos unos minutos para pensarlo?- dijo amablemente Sonia.
- Con gusto, claro que sí.

La mujer se retiró al cuarto ubicado detrás de la barra, dejando a los amigos solos.

- ¿Voluntad en elección? ¿Visión exquisita de elixir?- preguntó Sonia.
- Sí, V.E.E. es definitivo.
- Los tintes Sartrianos y Shopenhauerianos me dan buena espina.
- Así como la música.

Como si lo hubiera escuchado, la mujer bajó el volumen de la pista hasta callarlo. En su mano derecha sostenía una guitarra.

- Si me permiten, en lo que deciden ensayaré un poco, espero no les moleste.
- Para nada.- respondieron los amigos al unísono.

Unos acordes suaves y nostálgicos salían de las manos de Violeta. Los amigos se vieron comunicándose a través de la mirada.

- Violeta.- Sonia interrumpió el ensayo.
- ¿Sí?
- Queremos probar con la Visión exquisita de elixir.
- Lo imaginé.- contestó sonriendo la mujer un tanto mayor y de cabellos castaños y desaliñados.
- A ver, veamos...

Mientras la mujer de mirada serena se concentraba, Remigio y Sonia recordaron la ocasión en la que, junto con Lina, entraron a una tienda árabe y el dependiente les leyó la mano. Aquella vez, les habían leído la vida entera.

- No hay necesidad hermanita- interrumpió una voz que de tan grave, era casi afónica.
- Nosotros ya vimos lo que estos dos quieren.

Los dependientes del Callecita entraron al Volverás eternamente elegía con una sonrisa amplia. Sonia y Remigio se vieron el uno al otro, un tanto apenados.

- Me equivoqué hace un rato señorita...viéndola bien, usted requiere un Triple Latte Deslactosado.
- Y tú definitivamente necesitas tu Expresso Cortado...aunque por lo que se nos viene, te recomiendo que lo tomes cargado, con mucha, mucha cafeína.

Una tercera voz profunda y completamente ajena a la escena, irrumpió y llamó la atención de todos los presentes. La cara de los cafetaleros demostró que, en definitiva, no esperaban algo así.

- Pero si son los mismísimos hermanos Parra juntos de nuevo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario