No. No necesitábamos mezcal ni Internet inalámbrico. Necesitábamos investigar más y, aunque Sonia y Remigio no lo acepten, la mejor información no se hace pública.
Pero yo sé exactamente quién puede ayudarnos. Me sorprende que no se le haya ocurrido a Remigio. Julie, otra amiga. Finalista del último festival OTI (aquel infame del 2000). La descalificaron por el pequeño tecnicismo de que Julie nació Miguel. Sé que su despecho la hará hablar y decirnos muchas cosas útiles. Ya, en serio, ¿todo mundo participó en el OTI?
-Lo que yo necesito es un buen corte de pelo. Fashion Emergency. 911. Now.
Sonia me miró como si se me hubiera soltado un tornillo. Ya saboreaba ese mezcalito (después del café de Viernesenteroensaladas, lo único que yo quería era enjuague bucal). Remigio se rió y me apoyó, creo que más por el makeover que por otra cosa. De mala gana, Sonia aceptó llevarnos al salón de belleza de Julie: Estetic Unixces (aún no sé si el nombre es una broma o el inglés de plano no es lo suyo).
En el camino, mis buenos amigos me recitaron la larga lista de defectos imperdonables de mi actual peinado. ¿La habían ensayado esperando el momento oportuno? Pero estaba bien, porque teníamos que sacar el tema casualmente.
Un ratote estaba yo, con la cabeza debidamente podada y llena de papelitos para tinte, de un color que mis asesores juraban que me haría ver espectacular (la mezcla era de un sospechoso verde) yo de espaldas al espejo mientras parloteaban de la perentoria necesidad de mi cambio de imagen. Gente, enfóquese.
-Hoy vimos un video de Guillermo Guido, del último OTI. Chicos, no pueden decir que mi look es peor que el de Andrea Legarreta.
No contestaron.
Julie se rió.
-Sí, pero a tí te queremos. Ahora, si te sirve de consuelo, había gente muuuuuuucho peor.
Tantas us me hicieron sentir mejor.
-Cuéntamelo todo, mi ego necesita vitaminas.
Después de masticar y escupir a todas las caritas sonrientes del TVyNovelas, mencionó a María Pantera.
-Era la verdadera voz de muchas estrellitas
-¿Muchas? ¿pos cuántas tiene?
-Las arreglan tanto, que 2 o 3 que suenan igualitas, casi seguro era ella.
-Entonces, ¿es joven?
-¿De veras se llama María Pantera?
Julie estaba fascinada con la atención. Para ella fue duro admitir que no tenía idea de la verdadera edad de Doña Pantera, cualquier número entre 45 y 60 parecía probable. Pero era una mujer formidable. Toneladas de maquillaje. Un pelo distinto cada semana. Cantaba en cabarets y hacía en Televisa lo que hiciera falta: extras, maquillar, doblar voces, etc. Era omnipresente en el OTI. Hasta el productor le tenía miedo. Y todos le compraban AVON.
-Es un misterio –dijo Julie, tras examinar sus recuerdos y conclusiones- es como si un personaje chafa de una telenovela se hubiera quedado a vivir en los pasillos de Televisa.
-Oigan, ya me pica la cabeza. Odiaba interrumpir, pero ya no soportaba.
Julie me lavó el pelo, me lo peinó y yo seguía sin saber cómo lucía. Sonia y Remigio sonreían (quizá demasiado) y asentían.
Finalmente, en un gesto dramático, tan suyo, Julie giró mi silla y quedé frente al espejo.
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